¿CUÁL ES TU PREGUNTA FUNDAMENTAL?


A algunos de los docentes o compañeros de estudio
les hemos escuchado decir comunmente: "no des respuestas a preguntas que nadie
se ha hecho".

Cuando hemos puesto atención a esta frase seguramente nos
sentimos motivados a investigar cuáles son las preguntas de los hombres y
mujeres de nuestro tiempo. De modo que, conociéndolas, nos demos a la tarea de
buscar las respuestas adecuadas.

Pensamos, no obstante, que sería mejor
que, antes que todo, empezáramos investigando cuáles son nuestras propias
preguntas, o en otros términos, cuál es la racionalidad que sugieren nuestras
preguntas.

sábado, 3 de noviembre de 2007

LA TRINIDAD EN LAS RELACIONES HUMANAS

LA TRINIDAD EN LAS RELACIONES HUMANAS

En el siguiente trabajo quiero basarme en un hecho real, que da pistas para hacer una reflexión entorno a la trinidad reflejada en las relaciones personales. A continuación escribo el texto:

DESDE LA INJUSTA PRISIÓN 22

INICIO DEL JUICIO DE FANNY PERDOMO HITE

“gracias por los escritos y la solidaridad de todos y todas”

A las 9:00 a.m. del martes 23 de octubre, llegaron esposadas, una al lado de la otra, tres mujeres privadas de la libertad, entre ellas algo tímida o tal vez avergonzada de ser vista así, se hallaba FANNY PERDOMO HITE, mujer desplazada de la región del alto Ariari en el departamento del Meta, miembro de la Comunidad Civil de Vida y Paz, quien procede de injusta prisión acusada de rebelión, desde el 11 de mayo de 2006.

FANNY llegó a su primera Audiencia ante el Juez 40 penal del Circuito de Bogotá.

Desde las 8:30 a.m., hora programada para el inicio de la audiencia, llegaron al juzgado mujeres y hombres solidarios con FANNY. Cada uno y cada una en algún momento del proceso de regreso a la región de CIVIPAZ
[1], la habían conocido cuando preparaba los alimentos en las jornadas de trabajo comunitario, cuando participaba de la roza y de la siembra del primer maíz, plátano y yuca en la Zona Humanitaria o en los talleres de preparación al regreso, realizados en Villavicencio (Meta).

Hombres y mujeres de distintos lugares con una misma expresión de solidaridad con FANNY. La presencia silenciosa en el pequeño despacho, las velas encendidas como acto de iluminación de las decisiones en Derecho de la Juez. Las velas apagadas por la solicitud del juzgado, para evitar un incendio.

Las palabras no dichas, luego escritas. Las flores no entregadas, luego adornaron el lugar ante la negativa de la guardia a un mínimo acercamiento, un roce de manos, un abrazo, una acaricia para FANNY.

Entonces, allí las miradas hablaron entre ella, sus amigos y conocidos presentes. Las sonrisas fueron la expresión de la alegría y el afecto, de la esperanza en pronto disfrutar de la libertad tan anhelada.

Una larga espera para verla, una larga espera para dejar sentado el procedimiento del juicio. En el ordenador se marcaba el tiempo de la injusta prisión y en el ruido incesante de las impresiones quedaron plasmadas las decisiones de la juez. Las audiencias inician el 26 de noviembre próximo en un lugar más amplio donde puedan llegar más mujeres y hombres solidarios a acompañar a FANNY.

A las 10:05 a.m., definidos los tiempos y la presentación de pruebas, recibidas las primeras cartas de personas y organizaciones de Canadá, Estados Unidos, España e Italia, dando testimonio a favor de FANNY, terminadas las solicitudes del abogado y abogadas de la defensa, nuevamente las esposas en las manos, la guardia solicitando desalojar el lugar para dar inicio al camino a la injusta prisión en la cárcel del “Buen Pastor”.

A pesar de las prohibiciones hubo abrazos robados y unos te queremos pronunciados, que lograron que FANNY saliera con una expresión de agradecimiento en su rostro por la presencia, con una hermosa sonrisa por la solidaridad y la convicción de no sentirse sola, de sentirse apoyada por mujeres y hombres del mundo.

Las velas encendidas y las cartas remitidas, han sido gestos importantes para FANNY, que han fortalecido su esperanza y su dignidad. Las velas encendidas y las cartas remitidas de alguna manera guiarán el camino hacia el cese de estos 17 meses de injusta prisión de FANNY.

FANNY escribió un nuevo texto, dirigido a los hombres y mujeres solidarias con su situación. El resultado de las primeras cartas y presencias es que FANNY se siente acompañada, con la esperanza de abrazar pronto a su familia en la libertad
[2].

Invitamos a leer el nuevo texto desde la injusta prisión y a quienes no hayan leído el texto anterior de FANNY enviado en el “Desde la Injusta Prisión 21”, los invitamos a leerlo y luego a obrar en consecuencia, si usted percibe su inocencia. Escribiendo por correo electrónico o fax
[3]. Y a la Juez penal del Circuito de Bogotá[4].

Bogotá D.C., 30 de octubre de 2007
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz.

MANIFESTACIÓN DE LA TRINIDAD EN LAS RELACIONES HUMANAS
[5]

El anterior texto deja ver con claridad las relaciones que se entretejen en torno a un hecho significativo para el común de un grupo, en esta ocasión del grupo que entra en relación con este acontecimiento, que gira entorno a la mujer llamada FANNY, injustamente encarcelada. Fanny es, ante todo, una persona. Esto lleva a cuestionar hasta dónde tiene consecuencias prácticas, plantear con los pensadores modernos que persona significa fundamentalmente un ser en relación, donde cada una se afirma como un yo desde la realidad para poder darse a las demás; más aún, si se dice que del mismo modo ocurre con la Trinidad, en la que cada persona se afirma como un yo para poder darse a las otras dos.

Es preciso antes de continuar echar un vistazo en torno a las imágenes que se van construyendo en el caso de FANNY. A propóstico de las imágenes, nos dice Leonardo Boff ellas “tienen su campo estricto de validez, pues su importancia está en el hecho que nos ayudan a mantener determinadas actitudes frente a la Trinidad en sí misma y frente a cada una de las personas, y el punto de partida para la reflexión trinitaria”
[6]. De la misma manera las luces, cartas, sonrisas, abrazos, compañía... son imágenes y símbolos que se convierten para esta mujer en esperanza y en apoyo, creándose una relación profunda de amor.

“esta perijóresis de las subjetividades puede expresarse también de otra manera, según el modelo de una analítica ontológica fundamental de las relaciones tu-yo-nosotros. Dos modos de relación en características propias. El primero está constituido por la relación yo-tu, de la que resulta el diálogo. El segundo establece la relación de comunión entre el yo-tu y origina el nosotros. Entre el yo y el tú se establece un diálogo de conocimiento y de amor, de mutua propuesta y de respuesta mutua
[7].


Es un juego de amor, de vida y de relaciones intersubjetivas en el centro de la santísima Trinidad, la que encontramos referida en las relaciones humanas y sociales, con implicaciones de transformación en el ahora de cada situación de decaimiento, convirtiéndose así en un influjo de la realidad que es fundamento de toda comunión.

Podemos decir entonces que la simbólica constituida en la relación con las imágenes responde al sentido que las personas en su relación le dan a la realidad que viven: en su trabajo, en la convivencia social, a la vida, en las relaciones comunitarias y sociales, en el dar valor a sus prácticas y sentidos de esperanza; como lo hemos visto en la situación de FANNY, que sin importar lo que le ha pasado se siente con esperanzas de recuperar su libertad y en comunión con los suyos, pues éstos le dan las fuerzas necesarias para asumir con mucha paciencia la injusticia que está padeciendo.

Siguiendo a Boff hallamos un símbolo real de la Trinidad en el apoyo a Fanny, lo hallamos reflejado en la dinámica vital del ser humano, con sus relaciones personales, comunitarias, sociales y culturales, etc. Las personas al entrar en una relación de amor con los otros están manifestando, de cierta manera, la acción de la Trinidad en la historia de la humanidad, mostrándose como un misterio de trasformación de la vida humana.

Al presentar la Trinidad en las relaciones humanas, no podemos hacer reflexiones abstractas, sino que implica hacer una mirada profunda de la realidada y tener una actitud crítica frente a la persona, la comunidad, la sociedad y la Iglesia. Hoy más que nunca se nos ha enseñado a vivir bajo una cultura dominante, la persona sigue siendo dominada por el individuo opresor, el descompromiso fuera de la relación con la sociedad y con el otro, y hoy, más que en cualquier época arcaica, una de las víctimas es la naturaleza.

“Si entendemos la persona humana como imagen y semejanza de la Trinidad implica reconocerla siempre por su relación abierta hacia los otros; pues sólo cuando se está en los otros, entendiéndose a partir de los otros y siendo a través de los otros es como construye su identificación”
[8].


Se es persona en relación con el otro y con los otros, de lo contrario no puede haber construcción de sí mismo. Es a partir de la diferencia que se abre el camino hacia la el encuentro con el sí mismo. Entonces se puede decir que un proceso de autorrealización de la persona, está supeditado a un proceso de hetero-realización. De esto, la Trinidad es modelo.

Por otro lado, esta interacción con el otro(a) es lo que permite a la persona salir de sí, entregarse, darse en una comunicación gratuita. Cuando se siente tocado, cuando el otro le duele, puede decir que lo ama, que ha entrado en comunicación, que lo ha asumido como parte suya, lo ha convertido en su hermano, al igual que la Trinidad extendida a través del Hijo al optar por la humanidad establece un diálogo de conocimiento y de amor. Lo cual es posible si sólo y sólo si hay una propuesta y respuesta mutua, con el otro y los otros, que ya no son entonces algo extraño, sino que se convierten en nosotros, ya son parte el uno en el otro en una total perijóresis.

Para Boff no basta afirmar la Tri-unidad y la distinción de las divinas personas. Lo que distingue a cada persona consiste en ser para la otra, por la otra, con la otra y en la otra, es una mutua relación que constituye un entregarse de sí, sin dejar de ser o sin perder su propia identidad. Pues ninguna persona existe en sí misma para sí, sino en el en sí es para la otra. Todas las tres personas divinas son igualmente eternos, infinitos y amables en comunión.

Para san Agustín persona significa siempre una relación con el otro: en la Trinidad las personas son siempre relacionadas unas con otras, vueltas unas hacia las otras o relacionadas pluralmente, se trata de sujetos que dicen en cuanto existen en relación el uno al otro.

El fundamento útlimo de las relaciones humanas en el horizonte cristiano brota del misterio mismo de la Santa Trinidad, cuyo núcleo fundamental de fe es el amor. Este amor no sólo califica la relación de Dios con la humanidad y la creación entera, sino que define el misterio íntimo de Dios, su esencia: que Dios es amor, que se entrega gratuitamente en las relaciones personales. Quien ama se encuentra con el amor de Dios que es comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Nuestro encuentro con el misterio de la Trinidad engloba todas las dimensiones de la existencia humana. Cada persona surge como imagen y semejanza de la Trinidad. La interrelación de las personas divinas es fuente y modelo de las relaciones de amor y servicio, porque implica una entrega y transformación de la situación que se vive, como lo hicieron aquellas personas solidarias con FANNY, que lograron convertir su prisión injusta en esperanza de estar pronto con los suyos.

Podemos concluir que de la comunión trinitaria germinan los impulsos para la liberación en cada persona en relación, de la sociedad, de la Iglesia y de los pobres, que se convierten por ser "los excomulgados de la sociedad" en el lugar privilegiado para la manifestación de la Trinidad. Pues la fe trinitaria reconoce la igualdad de derechos, el deber de la solidaridad y el de entrar en una relación de hermanos(as), que implica dejar y denunciar el afán de tener, del poder y de la autosuficiencia.


El individualismo puro deconstruye y socava la persona; la abandona la deriva de situaciones sin salida, como hubiera podido ser el caso de FANNY. La salida de tal situación hubiera contenido más sufrimiento y desesperanza. Se puede notar cuán importante son las relaciones humanas, así sea un abrazo, una sonrisa, una carta, una vela, etc, símbolos de interacción profunda.


La mirada trinitaria hacia la realidad de los pobres y de los necesitados, apunta hacia el horizonte de la plenitud de comunión mediante la fraternidad, la igualdad, la solidaridad y las relaciones personales. Así la comunicación cristiana y las relaciones de igualdad son la epifanía del misterio de comunión-comunicación del amor de Dios a la humanidad.

Por. Jorge Jaimes Cmf.

[1] Comunidad Civil de Vida y Paz, es una zona humanitaria con apoyo internacional a donde regresaron algunos campesinos desplazados, del Alto Ariari.
[2] Tanto la consanguínea como de los que la han apoyado, en especial su gran familia: la Comunidad Civil de Vida y Paz. Que los lleva en su corazón.
[3] Al Fiscal General de la Nación MARIO IGUARAN ARANA, Diagonal 22b # 52-01, Bogotá D.C. fax (571) 5702008. Extensión 2564. contacto@fiscalia.gov.co; denuncie@fiscalia.gov.co intervenir ante las actuaciones contra derecho realizadas por la Fiscal Novena Delegada ante la Unidad Nacional contra el Secuestro y la Extorsión.
[4] Calle 16 Nro. 7-39 oficina 6002, actuar en el marco de su imparcialidad en consonancia con los principios del Estado de Derecho, anhelando que su decisión permita que FANNY pueda estar con sus seres queridos en esta navidad y fin de año.
[5] Con base en: BOFF, Leonardo, La trinidad, la sociedad y la liberación, Ed. Paulinas, Madrid 1987. pp. 125-190.
[6] Cf. Ibíd. pp. 126-127.
[7] Cf. Ibíd. p. 144.
[8] Cf. Ibíd. p. 184.

TRINIDAD Y GLOBALIZACIÓN: UNA REFERENCIA EN LA CONTRA-REFERENCIA



Pontifica Universidad Javeriana.
Facultad de Teología.
Misterio de Dios.
Freddy Luís Correa Echeverría.


TRINIDAD Y GLOBALIZACIÓN:


UNA REFERENCIA EN LA CONTRA-REFERENCIA

¿Existe algún objeto captable según las posibilidades de comprensión del ser humano que no tenga ninguna referencia en el mundo de los objetos experimentables por el mismo ser humano? ¿De qué “cosas” decimos que tienen existencia si no de aquellas que entran en relación con lo que conocemos como existente: nosotros mismos, la naturaleza, el cosmos…?

Parece que todo de cuanto se puede decir una palabra necesariamente tiene que estar en relación con el mundo. Más aun, las construcciones de nuestra imaginación más desemejantes de lo real guardan relación con ello. De este modo, si de Dios se dice que existe se debe a que él mismo es un hecho de la existencia humana, es decir, susceptible de ser experimentado y comunicado bajo categorías mundanas, históricas, temporales y espaciales. En otras palabras, si Dios fuera un ente extramundano, extrahistórico, extratemporal, extraespacial, no se podría ni siquiera vislumbrar en él grado alguno de existencia. “Sería nada”.

Para reconocer cualquier existente dentro de las coordenadas humanas será preciso, entonces, reconocer sus referencias en el cosmos. Cuando se interroga acerca de la existencia de Dios, se encuentran ciertos puntos de referencia histórico-humanos susceptibles de prestar indicios para pronunciar una palabra sobre Dios. Con la acción de pronunciar una palabra no me refiero a las posibilidades de conceptualización o definición propia del ser humano, simplemente señalo que la existencia de cualquier “cosa” está unida a la capacidad de expresarla en lenguaje humano, o ¿cuáles son los seres que existen para mí si no aquellos de los que puedo “decir algo” (decir “esto es inexpresable” también es un modo de “decir algo”)?

Por lo anterior, cuento con dos posibilidades para continuar esta reflexión: o podría darme a la tarea de revisar en la experiencia humana qué tipo de aspectos sirven de referencia para decir que Dios es un hecho de existencia, o a la inversa, partir de alguna palabra dicha sobre Dios y asumirla como lente para leer las referencias que la realidad misma muestra correspondiente a tal palabra sobre Dios.


1. DE UNA PALABRA SOBRE DIOS…


Con un mínimo esfuerzo de elección entre estas posibilidades opto por la segunda, es decir, me aventuraré a tomar como punto de partida una palabra sobre Dios y luego, revisar en la realidad circundante las referencias de esa misma palabra (si es que las hay). Lo trataré de desarrollar a continuación. El texto de Leonardo Boff, Trinidad, Sociedad y Liberación, ofrece diversas perspectivas desde las cuales se ha dicho una palabra sobre Dios. Entre dichas perspectivas, concentraré mi atención en dos: por una parte, la significación bíblica según algunos pasajes de San Juan, y por otra, la elaboración dogmática en la cual fijaré mi atención en una afirmación que considero fundamental.

1. 1. SIGNIFICACIÓN BÍBLICA.

Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: "Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti” (Jn 17, 1).

Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado (Jn 17, 21).

He tomado algunos trozos del capítulo 17 de San Juan, que ciertos exégetas titulan como “La oración de Jesús”. Mediante un corto análisis de estos versículos dentro de la sección narrativa que va desde 17, 1 hasta 17, 26, se pueden hacer las siguientes anotaciones
[1]:

· Ante la angustia de los discípulos se pone a orar, como la oración ante la tumba de Lázaro (11, 41-42) o la escena de los griegos antes de la pascua (12, 27-28). El orar de Jesús es un hecho de comunicación con su Padre y con los que le rodean.

· Jesús le pide a su Padre que le dé la gloria para poder darle él la gloria al Padre. Jesús está descentrado de sí mismo, aun cuando parece buscar su propia gloria, su petición busca redundar en gloria para su Padre. Jesús traspasa la gloria a los discípulos. El amor del Padre hacia Jesús El amor de Jesús a sus discípulos es un paralelo.

· La petición por la unidad y la Fe (17, 20-21) indica que los discípulos marcharán como predicadores. La unidad del Padre y del Hijo es el destino del grupo de Jesús en este mundo. La proposición “para que todos sean uno” enmarca una perspectiva de futuro infinita. El “para que estén en nosotros” señala una gran alianza. Y el “para que el mundo crea que tú me has enviado”: si el grupo de Jesús logra la unidad, el mundo no podrá resistirse a creer.

El texto hace lenguaje una experiencia de Dios. Sus frases o proposiciones ofrecen la posibilidad de usar diversas referencias para aproximarnos al misterio de Dios. Sin embargo, cabe resaltar entre todas, la denominación de Padre. Tal figura mostrada en el texto caracteriza a Dios. “Se trata de algo sumamente íntimo y único, ya que Jesús lo expresó con una palabra sacada de la simbólica familiar: Abba, que en la lengua infantil significaba papá” (p. 42).


1.2. CONSTRUCCIÓN DOGMÁTICA.

La tradición cristiana, en el esfuerzo por comprender o explicar la propia experiencia de Dios, se dio a la tarea de elaborar doctrinas, orientadas a constituirse en universo de sentido común para todo hombre o mujer que se interrogara en el horizonte cristiano.

Tal como el texto de Leonardo Boff lo expresa, la búsqueda de explicación de la Fe ha sido trabajo de muchos años, que aun hoy necesita seguir re-actualizándose. Presuponiendo el conocimiento de los lectores sobre las explicaciones conciliares y otras (en Nicea, la afirmación de la consubstancialidad del Hijo y el Padre; en el concilio niceno-constantinopolitano, con la aseveración de que el Espíritu Santo es Dios con y como el Padre y el Hijo; en el credo llamado Quicumque o pseudo-atanasiano, con la síntesis de las anteriores comprensiones de Dios en la frase “unidad en la trinidad y trinidad en la unidad”, y la consiguiente presentación de Boff con respecto al asunto del Filioque y demás declaraciones
[2]).

Dentro de tantos esfuerzos de formulación, resalto particularme el Decreto de los jacobitas en el que fundamentalmente se estableció el término perijóresis como clave de comprensión de Dios. Tal categoría refiere el dinamismo de acogida y entrega existente y constituyente de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo:

Las relaciones de comunión entre las tres personas, una totalmente dentro de la otra, el hecho de que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sean consubstanciales, permite contemplar la plena interpenetración de las personas entre sí. Esta realidad se expresa por la palabra griega perijóresis, o por las latinas circuminsessio o circumincessio
[3].

Así pues, Dios en el horizonte cristiano es trinidad. Padre, Hijo y Espíritu Santo, según la categoría de perijóresis, están en relación coeterna o coexistente, igualitaria (ya que ninguno es subalterno o subordinado al otro), indisoluble (dado que ninguno actúa de forma independiente de otro: cuando el Hijo actúa, es Dios quien actúa, cuando el Espíritu actúa, es Dios quien actúa, y cuando el Padre actúa, es Dios quien actúa) y permanente en la historia (porque no es sólo el Padre el que crea, sino Dios, no es sólo el Hijo el que redime, sino Dios, y no sólo el Espíritu Santo el que santifica y anima, sino Dios).

Por lo anterior, según la significación desarrollada a partir del pasaje de San Juan y lo señalado en la comprensión dogmática con relación a la perijóresis, la llamada “palabra dicha sobre Dios” se podría resumir, tal como lo señala Boff, en experiencia de comunión:

“La unidad significa la comunión de las personas divinas. Por eso, en el principio no está la soledad del uno, sino la comunión de las tres divinas personas”
[4].

Como lo enseñó el pasaje joánico, tal comunión no se limita a la glorificación dada mutuamente entre las personas divinas, sino que dicha glorificación se comunica a los “discípulos”, es decir, en este caso, a todo aquel que cuestione su existencia desde el acontecimiento-Cristo. La comunión, pues, supone la participación como posibilidad abierta.


2. …A UNA REFERENCIA EN LA REALIDAD.

Según lo planteado, debería ahora rastrear, en el amplio campo de la realidad, algún aspecto o situacionalidad que sirva de punto de referencia para hallar indicada la palabra sobre Dios antedicha, ya que de Dios se dice que existe porque ha entrado en las coordenadas existenciales y humanas. Creo que hallaría diversas referencias en las que reconocería señalada la comprensión de un Dios-comunión: la experiencia del amor, las luchas por la liberación social, las reconciliaciones familiares, las inmolaciones de algunas personas por el bien de otras, en fin.

Sin embargo, son también diversas las realidades que se pueden asumir como contrarreferencias frente a la palabra sobre Dios: experiencia de egoísmo, de lucha por la opresión social, de resentimientos destructores, de asesinato de algunos para el beneficio de otros, en fin. Cabría preguntar, entonces, ¿las nombradas “contrarreferencias” dejarían entrever cierto grado de “referencia” desde la cual se pueda decir que la palabra sobre Dios tiene algo que ver con la existencia? ¿y si la comunión constitutiva y constituyente de Dios guarda relación aún con lo que le es contra-referente, en qué consiste tal relación?

Estas últimas preguntas me obligan a buscar una “contra-referencia”, para dar una respuesta tal vez acertada acerca de la manera como se relaciona una comprensión de Dios-comunión con su negación (una realidad de no-comunión). Sin más rodeos, abordemos un nuevo interrogante: ¿se podría leer el fenómeno de la globalización en cuanto contra-referente del Dios-comunión y desentrañar a partir de él mismo su grado de referencia con la comprensión perijorética de Dios?

A continuación me aproximaré al fenómeno de la globalización en dos momentos. En primer lugar, mostraré cómo se ha comprendido el fenómeno de la globalización en rasgos generales, y en segundo lugar, me preguntaré por las consecuencias que hacen de tal fenómeno una negación de la comprensión de Dios-comunión.

2.1. ¿EN QUÉ CONSISTE?
[5]

El fenómeno de la globalización, tal como el mismo término indica, sugiere un universo de significaciones. Sin embargo, aunque sean diversas las comprensiones sobre tal fenómeno, en la práctica la realidad tiene la última palabra para confrontar cualquiera de dichas significaciones. Veamos a continuación, algunas de las comprensiones tal vez más comunes con respecto a este fenómeno:

Internacionalización:
Globalización en el sentido de internacionalización se refiere a la integración de las economías nacionales o, en otras palabras, la asociación de los países en cuanto a sus mercados. La relación económica se establece entre Estados nacionales. En la medida en que se hace cada vez más importante el intercambio comercial los Estados tienden a ir más allá de sí mismos, de sus magnitudes territoriales.

Liberalización:
En el sentido de liberalización comercial la globalización se entiende como una apertura de las fronteras de los países para un movimiento libre de capitales y bienes, con miras a crear una economía abierta y sin fronteras.

Patronización:
En cuanto a patronización la globalización se comprende como la expansión de “patrones” o modelos culturales que erosionan la exclusividad de los valores propios o regionales. Al respecto, no me arriesgo a comprender la patronización como expansión de solamente la cultura dominante, por ahora diré que consiste más bien en la difusión de gran mayoría de las culturas en relación.

Modernización:
Entendida como modernización (occidentalización o americanización) se refiere básicamente a la implantación de las estructuras sociales de la modernidad (capitalismo, racionalismo, industrialización, burocracia) difundidas en todo el mundo.

Supraterritorialidad:
La categoría de supraterritorialidad en la significación del fenómeno de la globalización refiere a la salida de los territorios nacionales como medio para vincularse con otros territorios por acciones de implicación comercial, cultural, política, entre otras.

No puede desconocerse la bipolaridad de este fenómeno o su duple manifestación: por una parte una es su manifestación en su proceso histórico-concreto y otra es su manifestación en cuanto programa político de los Estados nacionales. En palabras menos evasivas de lo real, diré que se trata de la incoherencia entre la teoría sobre la globalización, pensada quizá como un hecho positivo para los países, y lo acontecido en la práctica en perjuicio de los países más pobres.

Una de las significaciones que sustenta el fenómeno de la globalización en cuanto proceso histórico-concreto, es cierto planteamiento difundido dentro del mismo fenómeno en cuanto programa político. Tal planteamiento se refiere a la globalización en cuanto a difusión del Estado de derecho en las relaciones internacionales.

El supuesto del programa político de la globalización es éste: del mismo modo que se internacionaliza la economía de mercado con sus reglas y acuerdos internacionales, también la política de los derechos humanos se convierte en marco de referencia universal, sin exceptuar a los países considerados potencia-mundial. No obstante, la masacre a los irakíes por parte de Bush hijo contra los enemigos de su padre desmiente cualquier pretensión de acuerdo universal en torno a los derechos humanos
[6].

Así como se hallan diversas significaciones acerca del fenómeno de la globalización, del mismo modo existen mitos alrededor de esta comprensión
[7]. Veamos dos de los que creo son más dicientes para nuestra reflexión:

Se escucha decir en sobremanera: “la globalización produce empresas genuinamente trasnacionales, que no tienen base nacional y que funcionan en medio de un difuso interés multinacional”. Pues bien, las empresas efectivamente internacionales son muy raras. De tales empresas sin rostro se tiende a suponer que poseen intereses igualmente abstractos sin raíces y sin apostarle a ninguna situación específica. Se piensa falsamente, ya que todas las empresas llamadas “trasnacionales” responden a intereses nacionales específicos de países y regiones.

Otro mito en relación al fenómeno de la globalización consiste en creer que la movilidad de capital resulta en inversión de los países desarrollados en los países subdesarrollados. Ilusamente se mantiene esta creencia ya que la inversión productiva real se concentra en las economías industriales avanzadas, las cuales abren la posibilidad de la retribución.

2.2. ¿CUÁLES SON SUS CONSECUENCIAS?

En la década de los 60, Gunnar Myrdal, presentó un análisis social por el cual ganó el Premio Nóbel de Economía. Ella realizó las siguientes observaciones:

o Existe un pequeño de países prósperos y un grupo muy grande de países sumamente pobres.

o Los países del primer grupo se encuentran en proceso de desarrollo económico continuo, mientras que en los del segundo el avance es más lento, estando tales países bajo la amenaza permanente de no superar el estancamiento (e incluso hasta de retroceder).

o Vale decir que en general, han aumentado las desigualdades económicas entre los países desarrollados y los subdesarrollados
[8].

Ciertamente la movilidad en los medios de transporte y las facilidades a nivel de comunicación superando grandes distancias territoriales, propició el crecimiento económico bajo el ideal de la disminución de la pobreza y la desigualdad social (“en cuanto más apertura internacional, mayor desarrollo económico y por ende, disminución de los índices de pobreza y aumento de equidad”).

Sin embargo, el proceso de la globalización no se desenvolvió tal como estaba presentado en cuanto programa. Las “estadísticas demuestran que la mayoría de los países de África y de América Latina acusan actualmente índices económicos y sociales que son similares –o en muchos casos peores- a los de veinte años atrás. La pobreza de las sociedades que ya eran de por sí pobres se agrava, como lo deja claro el informe de desarrollo humano correspondiente a 2004 elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)”
[9].

En el fondo del problema se encuentran dos relaciones fundamentales: de la escala internacional hacia los Estados nacionales y de los Estados nacionales con la escala internacional. Tal relación podría plantearse en términos de interrogantes que apuntan a la solución del problema de la globalización: ¿de qué manera el ente internacional puede influenciar en el mejoramiento de la situación nacional? o ¿cómo puede el Estado nacional participar “más allá” de sus fronteras sin dañar el “más acá” de su territorio: sin agudizar la desigualdad y la miseria de sus ciudadanos en pro de prestar asistencia a sus clientes?

3. ¿QUÉ GRADO DE REFERENCIA PUEDE EXISTIR ENTRE EL FENÓMENO DE LA GLOBALIZACIÓN Y LA COMPRENSIÓN DE DIOS-COMUNIÓN?

Con lo expuesto en torno a lo que significa la globalización y sus consecuencias, en términos generales se puede concluir que la contra-referencia fundamental con relación a la comprensión de Dios, según los índices de miseria e involución, radica en la denigración de la vida como consecuencia de la subordinación de los Estados subdesarrollados a los Estados “desarrollados”. Es decir, en una relación no-igualitaria, sino con subalternos, no-conjunta, sino fragmentada, en fin, que globaliza los costos, pero particulariza los beneficios.

La práctica de Jesús de Nazareth, Hijo del Padre y nacido por obra y gracia del Espíritu Santo, pone de manifiesto que el Dios-comunión tiene la vida como prioridad frente a cualquier ideología política, programa estatal, o creencia religiosa. Jesús está profundamente marcado por la experiencia del Dios de la vida. Reconoce en la vida humana el correlato de Dios, de tal manera que la negación de aquélla sería la negación de éste. Jesús tiene la firme convicción de que no es la voluntad de su Dios el que los seres humanos soporten el hambre. Por eso, toda ley o institución tiene que ceder el paso ante las necesidades vitales, dado que así como se niega a Dios cuando se niega la vida, sólo se afirma a Dios cuando se afirma la vida. Esta aseveración no es meramente retórica, al respecto, Jon Sobrino, cita a monseñor Romero: es preciso defender lo mínimo que es el máximo don de Dios: la vida
[10].

Ahora bien, la mencionada experiencia del Dios-comunión que repercute en Dios de la vida, no se plantea como momento primero, desde el cual brote la práctica de Jesús en favor de la vida como momento segundo. No son sucesivos. Sería inconveniente recurrir a la imagen del hombre que sube a la montaña solitaria para tratar de explicar que Dios es uno y trino y que luego baja a propagar su descubrimiento. Jesús experimenta al Dios-comunión en el contacto con la vida de su tiempo, marcada por un orden religioso excluyente, por una política romana totalitarista y por la marginación social.

Jesús opta por “los pobres”, es decir, por aquellos que difícilmente pueden dominar lo fundamental de la vida, aquellos que viven en el desprecio y la marginación, aquellos que viven bajo la opresión, aquellos, en suma, para quienes la vida no ofrece horizonte de posibilidades
[11]. Si la vida está amenazada como imagen de Dios, Dios mismo es quien está amenazado[12].

Así pues, la globalización visto en cuanto negación del Dios-comunión que privilegia la vida, se presenta no sólo como fenómeno de desigualdad, sino también (necesariamente) como destructor de la vida
[13]. De ahí que la comprensión de Dios-comunión se convierte para tal realidad de no-comunión en modelo y llamada a realizar procesos tendientes a equidad, justicia y participación. De este modo, “la Trinidad se presenta como modelo de convivencia social igualitaria, respetuosa de las diferencias y justa”[14] (p, 19).
[1] Cfr. VAN, S. Tilborg. Comentario al Evangelio de Juan, Navarra: Verbo Divino, 2005, 340-361.
[2] Cfr. BOFF, Leonardo. Trinidad, sociedad y liberación, Madrid: Ediciones Paulinas, 1987, pp, 86-96.
[3] Ibíd., p, 118.
[4] Ibíd., p. 17.
[5] Cfr. HOFMEISTER, Wilhelm. Política Social Internaciona: consecuencias sociales de la globalización, Río de Janeiro: Honrad-Adenauer-Stiftung, 2005. pp, 25-35.
[6] “El conflicto con Irak, inducido por la invasión de Kuwait, inauguró un nuevo voyeurismo militar donde, gracias a la tecnología de la información, podemos satisfacer nuestra curiosidad bélica desde la comodidad de nuestros hogares, viendo por la TV las escenas reales como si estuviéramos frente a un juego de video. La primera guerra de los EEUU contra Irak, ocurrida en 1992, a principio del último año de la gestión de Bush padre, no aseguró su reelección. Bush hijo vislumbra el episodio del 11 de septiembre como una especie de Peral Harbor, 60 años después, justificando un arreglo de cuentas con los enemigos de su padre, incluso sin existencia de pruebas definitivas de la participación de los iraquíes en el atentado del 11 de septiembre. Bush invade Irak, matando a los dos hijos del enemigo de su padre para finalmente prenderlo sucio, barbudo y con los cabellos enmarañados dentro del pozo donde se había metido”. Ibíd., p. 133.
[7] Ibíd.., p, 55-61.
[8] Ibíd., p, 139.
[9] Ibíd.., 61.
[10] Ibíd, p. 118.
[11] Ibíd, p. 114.
[12] Con relación a este término, conviene subrayar en el carisma de la congregación de los Agustinos Asuncionistas, a la cual pertenezco, se nos llama al esfuerzo por reconocer en toda amenaza de la vida de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, la amenaza a Dios mismo. El modo para tratar de conseguir esto consite en ir poniendo en evidencia la transgresión de los derechos de Dios en la violación de los derechos del hombre y de la mujer.
[13] He aquí un párrafo que puede servir de consigna al ser humano atravesado por la no-comunión, y por ende, abocado a la destrucción del otro: “El mundo es ante todo mi mundo y en él es importante lo que es importante para mí. Mis opiniones, preferencias, etc, simplemente por ser mías se me aparecen como lo normal y natural. ¿Cómo experimento yo en principio al otro, sus opiniones, sentimientos y propósitos? Como una amenaza. Así, pues, mi tendencia será la de colonizarlo o al menos neutralizarlo: conseguir que se porte bien conmigo, que no me desprecie, engañe, explote, etc”. (p. 84).

[14] Op. Cit, BOFF, Leonardo, p, 19.

LA GLORIA DE LA TRINIDAD ES EN LA TIERRA

LA GLORIA DE LA TRINIDAD ES EN LA TIERRA[1].

Elaborado por: Miller Fernández.
3 de Noviembre de 2007

Partiré realizando una reflexión sobre aquel modo como se vivencia la doxología en nuestro pueblo Latinoamericano, caracterizado por una realidad de opresión desde la cual ha buscado identificarse con la imagen de Dios Trino que manifiesta su rostro en favor de los excluidos. De esta manera este pueblo se fortalece para construir procesos de resistencia que encuentran como centro el amor filial del Padre para con nosotros sus hijos, impulsando a construir procesos del liberación, los cuales se fundan en la experiencia del Hijo revelado en pro del oprimido asumiendo el papel Trinitario inspirado por la fuerza del Espíritu con el propóstico de construir el Reino de Padre.


La doxología referente a la trinidad ha sido captada en nuestro pueblo como un bien común que congrega a celebrar en torno a aquellos acontecimientos que permiten trasparentar la fuerza liberadora proviene de dicha doxología; encontramos que en momento especiales, (como las inauguraciones de una obra social), se acude a la celebración eucarística para hacer presente y encomendar en las manos del Padre, del Hijo y del Espíritu aquella obra que sólo ha sido posible realizar por la cercanía y acción divina que ha experimentado en el proceso de construcción.

Desde la percepción teológica se lee como obra de Dios trino toda acción liberadora y comunitaria, en la cual se patentiza la imagen de un Dios que no sólo ejerce paternalidad, sino maternalidad, dado que se conmueve con la realidad de dolor por la que pasa su pueblo. Este sentir maternal también es inmanente al Hijo y al Espíritu Santo en cuanto contienen y se constituyen en una misma sustancia con y como el Padre.
Jesús de Nazaret es tal vez la referencia más humana a partir de la cual se puede afirmar que en su existir y en su ontología misma encarna al Dios trino. Las acciones concretas de Jesús de Nazareth trasparentan esa dimensión femenina de la trinidad en favor de la dignificación del marginado, de forma especial de la mujer. Es él mismo quien habita en medio de la humanidad haciéndose humanidad, en el seno de la Iglesia haciéndose eclesialidad, en el corazón de los fieles haciéndose próximo y quien impulsa el amor preferencial por los pobres, compartiendo su mismo destino.

Queda manifiesta la economía de salvación del Padre, como realización salvífica de su presencia en la creación y en la re-creación de los hombres y mujeres, sujetos de liberación permanente en el transcurrir histórico marcado por las exclusiones que se incrementan en la misma medida en que Dios es desplazado a la periferia, al lugar de la indiferencia. Allí encuentra acogida entre aquellos que son sus elegidos, entre los cuales se sigue encarnando para hacer suya su causa. Es ahí donde el ser humano se reconoce como hijo capaz de confiar en un Padre de amor y bondad en cuyas manos se puede abandonar, al igual que el hijo en el regazo de la madre, en una entrega total, nacida de la confianza de ese amor filial que protege a sus hijos y que permite llamarlo Abbá.

Este ambiente de excluidos pone a la persona en una relación especial con Dios-Trinidad, que mantiene una preferencia por aquellos que desde el inicio fueron sus predilectos, son los que se han experimentado partícpes del dinamismo trinitario al ser liberados de la esclavitud; de este modo, el Hijo puso su morada y habitó entre nosotros, como la imagen visible del Padre, buscando realizar su misión, teniendo como fuerza el Espíritu que lo conducía de forma tal que en su existir ejecutó el proyecto del Padre.
El actuar salvífico en la historia no es del uso exlusivo de Jesús como sujeto único, sino el de la Trinidad que se expresa a través del Hijo como personas que se revelan mutuamente unas a las otras, en directa relación con la vida de cada persona en su hacer y existir cotidiano, persivido en el amor y la alegría, pero también en el sufrimiento de la pasión del mundo y de las tragedias existenciales.

El hacer la voluntad del Padre en Jesús es directamente proporcional a las luchas de resistencia contra la opresión, el silencio culpable, la injusticia, en busca de construir un mundo más justo, posible desde una convivencia más humana y fraternal, conciente de los sacrificios que se suelen dar como resultado de esta causa que involucra el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Parece, entonces, que el primer esfuerzo de Dios frente la lucha por la hermandad en la humanidad ha sido revelarse él mismo como comunión. Su primer paso en la construcción del Reino ha sido convertirse él mismo en modelo de comunidad en la Tri-unidad. De ahí que esta buena nueva es especialmente alegría para los oprimidos y condenados a la soledad y al olvido proveniente de la indiferencia ante el dolor del que clama en la orilla del camino. El Reino se trasparenta en la bondad, en la misericordia, en el perdón de aquel Padre que acoge a su Hijo con amor a pesar de las fallas cometidas, que tiene como centro la exaltación del humilde y restablecimiento del derecho violado. Amor que tiene como ejemplo aquel amor inmanente y procedente de los Tres Divinos. Desde estas condiciones el Reino de Dios comienza a realizarse en medio de la humanidad, desde un vivir cotidiano manifiesto en cada ser que opta por el servicio a la vida y la oposición contra las señales de muerte.

La doxología que proviene de los excluidos y que debe ser propia de todo cristiano, está caracterizada por la acogida brindada desde la fe, es una actitud de adoración, agradecimiento y respeto frente al misterio trinitario, ante ella debemos situarnos como misterio revelado, comunicado por el testimonio de la fe, que habita en lo infinito y que hace que se dé un deseo de ver y amar a Dios, y de vivir en una absoluta comunión con él y con todo el universo, entonces podemos reconocernos como hijos e hijas a través del Hijo, viviendo en una comunión y fraternidad universal de amor, que nos impulsa a dar gracias por esa presencia divina, que mora en nosotros y nos invita a integrarnos en la comunión de las tres personas. Acoger el modelo del misterio trinitario implica fundamentalmente un modo concreto de ser frente al otro, dado que la relación del Padre, con el hijo y el Espíritu Santo está volcada hacia afuera, penetra en la creación.

La gloria de Dios se hace manifiesta en la medida en que la trinidad muestra su presencia, potenciada, entregada y comunicada, a través de la trasformación de las realidades que pueden ser manifestación de un antireino esclavizador de la creación, es entendida en el hombre vivo, redimido, el pobre reintegrado en su justicia y en su derecho. La gloria de Dios sólo puede ser percibida desde una realidad concreta de comunión, donde el ser humano encuentra sentido a su vida en relación con los otros. Establecer formulaciones no equivale a experimentar la cercanía de la Trinidad liberadora, sino que tal cercanía es posible, real e histórica mediante la íntima relación con el misterio, el cual se establece como experiencia fundante de su condición de redimido. Esta relación, que en momentos no puede ser trasmitida bajo las reglas de la linguística deja lugar al silencio contemplativo.

Esta contemplación tiene como fundamento la liberación económica que se ha develado en la historia presente y pasada; su base es el Hijo hecho carne, hecho expresión captable para nosotros, poniendo de manifiesto la mejor forma de comunicarse de Dios: mostrándose en sí mismo como experiencia de comunicación substancial. Comunicación que por el Espíritu Santo adquiere jalona la realización de la voluntad del Padre, plenificada en el actuar salvífico del Hijo para dar la libertad al mundo desde dentro. A través de cada persona reivindicada en su relacionalidad, la trinidad se comunica como trinidad en cuanto logra la comunión en la tierra.

Desde estas perspectivas quedan manifiestas las condiciones que se requieren para que se pueda dar la gloría a Dios en la tierra y proclamar una doxología de carácter liberador: gloria al Padre, gloria al Hijo y gloria al Espíritu Santo, serán inseparables de un gloria a la comunión entre los hombres y mujeres de este mundo. Para culminar este escrito quiero dejar planteadas dos cuestiones que nos conduzcan a reflexionar en relación con la verdadera gloria de Dios: cabe preguntarnos: ¿hasta qué punto nuestro continente Latinoamericano está en condiciones de vivir la gloria de Dios en la tierra? ¿en qué nuestras relaciones contribuyen a la realización de la gloria de Dios?





[1]Este escrito está basado en: BOFF, Leonardo, La trinidad, la sociedad y la liberación, Ed. Paulinas, Madrid 1987. pp. 191 – 230.

martes, 18 de septiembre de 2007

Página recomendada

http://www.servicioskoinonia.org

Esta página te permitirá conocer algunas posturas de teólogos como Leonardo Boff, frente a las recientes problemática en Latino América.

Te invitamos a que visites la página de Cerezo Barredo
http://www.servicioskoinonia.org/cerezo/ , es la captación hermenéutica desde el rostro de las víctimas que refleja en su arte.

UNA EXPERIENCIA DE DIOS: UN ASUNTO HUMANO-EXISTENCIAL.




PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE TEOLOGÍA
MISTERIO DE DIOS
JORGE JAIMES
MILLER FERNÁNDEZ
FREDDY CORREA
BOGOTÁ, 15 DE SEPTIEMBRE, 2007.


UNA EXPERIENCIA DE DIOS:
ASUNTO HUMANO-EXISTENCIAL.



El presente texto tratará de interrogarse por la experiencia de Dios siguiendo la clave histórica existencial puesta en el transcurso del estudio de la temática acerca del misterio de Dios. Desarrollaremos este asunto en dos partes: en la primera se establecerá el punto de partida desde el cual surge el cuestionamiento acerca de dicha experiencia; y en la segunda se concretizarán tres características propias de la manera de comprender la experiencia de Fe: transparencia, existencialidad y profundidad. Cada parte del texto se introducirá con una pregunta.


¿O LA ESTRUCTURA HUMANA CAPAZ DE TRASCENDENCIA O LA VIDA HUMANA MALTRATADA?


Es conocido el debate generado en ciertos ámbitos de la filosofía clásica acerca de la pregunta por el ser. ¿Qué es el ser? ¿cuál es la manera indicada de referirse a él? ¿el ser existe por su propia capacidad o su existencia es un acto segundo? Han sido numerosas las consideraciones que se han realizado en torno a estas preguntas. Quizá las tendencias más notorias han sido dos: por una parte, la comprensión del ser desde la metafísica, y por otra, la comprensión desde el ámbito de lo político.

Cuando se ha querido caracterizar la primera tendencia se ha acudido a términos como “sustancia”, “inmutabilidad”, “estaticidad”, “idea”, etc. Y para referirse a la segunda se ha recurrido a categorías como “mundo”, “espacio”, “tiempo”, “mutabilidad”, “práctica”, etc. Estas distintas denominaciones se han yuxtapuesto, dándole relevancia a la primera en menoscabo de la segunda: "la sustancia" es la verdadera esencia del "mundo", el ser es "inmutable" en medio de las contingencias del "espacio" y del "tiempo". Sin embargo, ambas tendencias han encontrado prosélitos en el transcurso de la historia
; han hallado sus representantes.

Este antagonismo relacionado con la pregunta por el ser es muy amplio y no es menester abordarlo en este texto. Pero ello no ahorra la necesidad de aproximarnos al problema, ya que toda búsqueda de comprensión del ser humano está orientada bajo el asunto fundamental, fundante y subyacente del modo como se comprende el ser.
De este modo, por ejemplo, si cualquiera se interrogara por la experiencia humana de la familia determinado por una interpretación del ser como substancia concluirá que el padre de familia nunca podrá ser distinto con sus hijos, le dirá a éstos que no se esfuercen en cambiar sus actitudes porque ellas son "substanciales", en fin, no cabrá la posibilidad de pensar un ser humano abierto a nuevas maneras de ser y pensar.

En otras palabras, el ser comprendido de uno u otro modo es el punto de partida que determina toda reflexión con respecto a la experiencia humana en cualquiera de sus connotaciones: “experiencia del amor”, “experiencia del trabajo”, (y por supuesto), “experiencia de Fe”.

La historia demuestra que en la experiencia humana es posible indagar a partir del ser de la metafísica. Un ser de la abstracción tendrá como búsqueda fundamental hallar la esencia de sí mismo, y de todos los entes con los que esté en relación: tal vez el mundo, tal vez Dios, tal vez los otros seres humanos. Asimismo, y con su respectiva diferencia, también es posible indagar en la experiencia humana a partir del ser de la política. Un ser del mundo mutable buscará fundamentalmente asirse al curso de los tiempos y al cambio de los espacios.

Seamos reiterativos: es posible preguntar por la experiencia humana desde ambas perspectivas. En el juego de la argumentación, cada una de ellas permite discurrir sin mayores contratiempos
[1].

En este texto se busca no investigar en el amplio campo de la experiencia humana, sino en una de sus connotaciones o dimensiones: la experiencia de Fe. Hacemos una opción por un punto de partida que, por el desarrollo siguiente, consideramos adecuado. Por eso, sin más preámbulo, creemos que la perspectiva apropiada en la comprensión del ser para aproximarnos a la experiencia de la Fe, es la concepción de un ser en clave política, es decir, situado en las mutabilidades dramáticas de la historia, en los espacios minados de la tierra, en los tiempos de vendaval, guerra y hambre y en la concreción de la lucha por la justicia.


LA EXPERIENCIA DE FE:
TRANSPARENCIA, EXISTENCIALIDAD Y PROFUNDIDAD.


La insistencia en la clave política de la experiencia de Fe debe operar una crítica real, antes que todo, a la manera como dicha experiencia se ha comprendido. Claramente hablar de experiencia de Fe, implica decir qué se entiende bajo el término “experiencia”. ¿Se puede experimentar la Fe? O más aún, ¿la Fe es experimentable? ¿Qué es lo que se experimenta bajo la categoría “Fe”?

Si se quiere problematizar más se podría pensar, dentro del ámbito de la religión, que lo que se comprende cuando se habla de “experiencia de Fe” es totalmente equivalente a “experiencia de Dios”. Y ¿si Dios es experimentable, de qué modo lo es?

Frente a estos interrogantes, presentaremos algunos autores que se han preguntado mejor que nosotros sobre la cualidad de la experiencia de Fe.

En el contexto latinoamericano, precisar lo que se comprende como “experiencia de Fe” o “experiencia de Dios” no es cuestión de juegos retóricos en la academia. Basta hacer “una visita” a las personas que viven oprimidas en sus conciencias bajo la idea de que si ahora lloran, en el cielo reirán y de que si ahora sufren en el cielo gozarán. Esforzarse por comprender la experiencia de Fe no es cuestión retórica, es cuestión de implicación vital.

En la realidad social de nuestro país, Colombia, es necesario operar un desenmascaramiento de las funciones ideológicas de las representaciones de Dios que han contribuido a la cada vez mayor perpetuación de una sociedad injusta y discriminatoria. Esta búsqueda no se puede superar con el hecho de crear nuevas imágenes conforme a nuestro tiempo. Es necesario profundizar en el sentido de quién es Dios y si es posible superar la crisis de sus representaciones. Propiamente es Leonardo Boff quien puede ayudarnos a profundizar en esta problemática. Él se pregunta por las representaciones que se han hecho de Dios y propone un punto medio
[2]. Veamos.

En primer lugar, el trascendentalismo o el Dios totalmente otro. Al respecto, se percibe un Dios como lo inagotable de la intelegibilidad, que está más allá de todo y que no puede ser contenido en nada. El problema radica en que se descubre a Dios por encima del mundo, ajeno a él, y por lo tanto, in-experimentable en las mediaciones mundanas.

Se genera una separación entre el Dios por encima del mundo y en el que creen los hombres habitantes del mundo; es un Dios que lo sabe todo desde el seno materno. De esta manera se despoja del carácter profundo de lo humano. Con un Dios así, en el ámbito católico, la Iglesia se constituiría en una mera reserva depositaria de la Fe, dado que ella sería la “encargada” de ser sagrario de este Dios de “ultramar”. Al concebir un Dios sin mundo necesariamente se pone en evidencia la comprensión de un mundo sin Dios.

En segundo lugar, el inmanentismo o el Dios radicalmente íntimo. Éste se presenta demasiado íntimo al ser humano y al mundo en general. En este sentido, cualquiera puede decir haber visto a Dios directamente caminando en los pasillos del templo. Se experimenta a Dios como un fenómeno del mundo, que puede ser percibido en visiones, audiciones, consolaciones interiores, etc. En esta comprensión antropomórfica de Dios, fácilmente la ley humana se sitúa en el mismo plano de la ley divina, adquiriendo soporte la primera para ser utilizada como herramienta para privilegiar a unos pocos en contra de la mayoría. Se debe hacer una correcta lectura que permita resaltar la experiencia del Dios vivo y verdadero que está en el mundo, pero que no se agota en él.

El trascendentalismo afirma a Dios y niega el mundo, el inmanentismo afirma el mundo y niega a Dios. Boff, aunque no deshecha la trascendencia e inmanencia de Dios, apuesta por otra categoría: la transparencia, entendida como la mostración de la presencia de la trascendencia por medio del mundo. Es decir, Dios manifestado a través del hombre y del mundo, viviendo en el corazón del mundo y, a su vez, más allá de él, sin extraerse totalmente del aquí y del ahora ni tampoco convertirse en un fenómeno del mundo. Dios cobra significación para el hombre cuando emerge de la propia situación histórica de éste. Un testimonio de tal significación lo encontramos en el pueblo de Israel, una paradigmática comunidad que ha atestiguado en las Sagradas Escrituras cómo Dios se ha transparentado en ellos.

Dios es transparentable para el hombre en cuanto éste se abre hacia Él y se arriesga a experimentarlo. Debemos entender el experimentar como el conocimiento que adquiere el hombre cuando sale de sí mismo y entra en relación con el entorno, como una de sus características centrales, que le permite elaborar una imagen más ajustada a la realidad. La experiencia tiene la capacidad de conferir autoridad a toda representación cognoscitiva. Es el vivir constante en diversas situaciones el que conduce a acumular un conocimiento que se puede comprobar, el saber humano se sustenta en la experiencia y, por consiguiente, en ella se hace conciente.

La experiencia tiene un elemento subjetivo y otro objetivo. En el encuentro de ambos se estructura la experiencia. Los modelos de preconcepciones, presentes en la persona, al confrontarse con la realidad se comprueban o corrigen generando nuevas posturas. La experiencia es una manera de situar el mundo dentro de nosotros, ocurre desde una vivencia concreta fruto de la experiencia que reviste el carácter de horizonte en perspectiva liberadora.

En la experiencia típica de nuestro mundo hay un saber cada vez más detallado, todo lo que existe debe ser objeto del conocimiento científico-humano, incluso Dios mismo -en el caso de los creen en su existencia. ´Saber es poder´. Se ha dado origen a un mundo técnico científico como obra humana, la ciencia se manifiesta como exacta y segura, se buscan fines de acuerdo a los intereses, lo cual determina y presupone los resultados. Se encuentra, entonces, al hombre esforzándose por dar explicación a los fenómenos que analiza, queriendo trasformar al mundo por medio de la técnica, preguntándose después por el sentido de tales fenómenos. El hombre busca la manera de realizarse desde esta perspectiva, a la vez que consigue construir su propia historia.

En este ámbito técnico-científico, la imagen de Dios se propone como la explicación de la realidad empírica. Es decir, Dios se encuentra en reserva, en olvido, silenciado; pero aunque no se hable de él, está en la base, es como la raíz para el árbol. Algunas tendencias científicas se proclaman ferozmente como capaces de crear la vida; Ciertamente el hombre está en capacidad de generar con la ciencia el bien o el mal, ya que goza de libertad, la cual debe enfocar a favor de la vida, aunque, como sabemos, en varios momentos históricos la ciencia ha sido el arma de la guerra.

En general, los modos de representar a la experiencia de Dios conllevan repercusiones sociales claras. A una imagen de Dios trascendentalista le corresponde una mentalidad futurista, es decir, seres humanos que apocan el valor del tiempo presente en pro de la espera de “lo que no se ve, pero que hay que esperar”. A una imagen inmanentista de Dios le corresponde el más devastador uso de la religión: la divinización de las instituciones, ya que Dios está tan dentro de tal o cual institución que ella se convierte en Dios mismo. Pero a una imagen del Dios que se transparenta en la mediación del mundo le corresponde la posibilidad de ser experimentado por el hombre en el encuentro con la “mundaneidad”.

Sin embargo, cabe decir que afirmar en la transparencia de Dios la posibilidad de experiencia humana de Él, devuelve a este texto a la pregunta inicial: ¿cómo se comprende esta experiencia? O ¿a qué tipo de experiencia se refiere?

Ayudados por Carlos Bravo, recordemos que existen diversas formas de experimentar
[3]. Encontramos tres tipos de experiencia: en primer lugar, la empírica, equivalente a una percepción inmediata sensitiva, no sometida a reflexión, se da en la cotidianidad de la vida. En segundo lugar, la experimental, que se realiza de forma reflexiva dentro de condiciones establecidas, es el elemento propio de la ciencia. Y en tercero, la existencial, que incorpora la totalidad de la experiencia humana; aquí se desarrollan las experiencias básicas de la vida, se da un paso de los datos históricos a un valor significativo-humano, mediante el paso de la interpretación a la compresión.

Los elementos esenciales del experimentar que señalan la forma de actuar en el campo específicamente humano tienen rasgos distintivos:

a) La experiencia se origina cuando se capta simultáneamente la relación entre el sujeto y el objeto; el hombre cobra conciencia de ser alguien que habita con otros seres y objetos.
b) Se requiere el encuentro inmediato con el objeto del conocimiento que se revela; es una captación a través de los sentidos; de esta manera se logra una apertura global al mundo, incorporada a una actividad consciente.
c) La historicidad del experimentar conlleva una ligación al contexto social en el que se vive; por eso, toda experiencia se encuentra ligada al momento coyuntural.
d) La historicidad entendida como apertura permite que el hombre viva de diferente manera en el mundo, en cuanto que lo experimenta de distinta forma.
e) La experiencia en clave de Movilidad y apertura, favorece que dinamicidad de la vida; se ahí que la experiencia corre riesgos cuando se ve sometida a ritos de la monotonía.
f) El ser humano por su estar en el mundo necesariamente es lenguaje. Un yo es para un Tú en cuanto habla; es su elemento ontológico. El encuentro de significación con el tú constituye la posibilidad de comprenderlo y comprenderse a sí mismo. La palabra permite crear, dado que la cosa existe en cuanto se encuentra una palabra para ella. El lenguaje es un sistema de formas producidos por el hombre para entrar en comunicación y relación de múltiples maneras con la realidad y los signos del lenguaje son el dato tomado del medio ambiente, que puede ser también un gesto o un objeto que se encuentra relacionado con algo diferente a él, sirve de orientación para quien lo percibe.

La experiencia de Dios en cuanto experiencia humana está inserta en las fronteras de lo humano. Ello no quiere decir que Dios no sea capaz de hacer, decir, o querer nada distinto por fuera de los límites humanos, de otro modo sería una invención del hombre. Pero si precisamente, el actuar de Dios consiste en jalonar al ser humano finito a salir de sí en la infinitud de la entrega a los otros, entonces ese Dios no puede ser condicionado por las manos humanas
[4].

Con todo, la experiencia de Dios está referida fundamentalmente al tipo de experiencia existencial, dado que la Fe es el resultado de una relación existencial, es un acto de encuentro y de confianza que abarca la totalidad del ser.

El lenguaje de esta experiencia pone de manifiesto la constitución intrínseca de la misma. Una experiencia experimental se comunica en códigos precisos, claros y distintos. A partir de ello, se puede intuir retrospectivamente su metodología lógica y su objeto medible. Asimismo, la experiencia existencial tiene el símbolo como su expresión propia.

La simbología de la experiencia existencial en cuanto ámbito de la experiencia de Fe, abarca los niveles más profundos del ser humano. Mueve al hombre a la configuración del sentido de la vida. Por el sustantivo “símbolo” se entiende todo dato empírico que manifiesta experiencias no tematizables, pero con función comunicadora que vincula y se enraíza en lo más profundo de las culturas como manifestación grupal.

El símbolo permite articular las figuras tomadas del lenguaje corriente y natural, con nuevos horizontes de valor. Los objetos producidos en esta experiencia son verificables y evaluables dentro de la experiencia que las produjo. Por eso, la experiencia de Fe se envuelve en el proceso dinámico y significativo de historicidad, relacionalidad, movilidad y apertura tal como la experiencia en que se origina.

Atribuir al símbolo una función comunicativa es difícilmente aceptado por los presos de la pereza existencial que no se preguntan por el sentido de la vida; aquellos que prefieren los lenguajes descifrados y no los simbólicos. Sin embargo, esta existencialidad de la experiencia de Fe es la que confiere al hombre el poder encontrar en Dios no meras esencialismos y profecías del futuro, sino el significado profundo del devenir histórico.

Paul Tillich ha sido quien nos ha iluminado en el uso de estas palabras: profundo o profundidad
[5], presentes en nuestra vida diaria, en poesía, en filosofía, en Biblia y en otros escritos religiosos. Profundidad es una dimensión del espacio, pero a la vez es símbolo de una realidad de significado.

Todas las cosas tienen una superficie, que es aquello que se manifiesta en primer lugar. La superficie muestra lo que parece ser, lo cual en general conduce al malentendido. Así se frustra la esperanza humana de conocer realmente las cosas. Por eso, se intenta penetrar bajo la superficie, para conocer las cosas tal como son en realidad, pues el hombre siempre se ha preguntado por la verdad, pues quedaron decepcionados de la superficie que engaña; lo que un día se manifestaba como verdadero, al día siguiente era lo externamente constituido por las impresiones. Frente a ello, la ciencia ha procedido sometiendo a examen las confecciones normales, lo que se había tenido como evidente.

De ahí que frente a toda experiencia humana sea necesaria la pregunta por el sentido. Ciertamente parece que nuestra vida se mueve en la superficie, expuesta a incontables azares. Si se quiere adquirir profundidad en la vida hay que hacerse preguntas profundas. El ser humano está en movimiento continuo, y con dificultad hace un alto en el camino para penetrar en la profundidad de su vida. Pero cuando algo nos mueve o hace saltar la superficie del modo como nos conocemos, es el momento en que nos encontramos dispuestos a mirar hacia un más profundo estrato de nuestro ser.

Hoy día se ha impuesto una nueva forma de este método, la psicología profunda, que nos retira de la superficie de nuestro propio conocimiento para llevarnos a estratos que ayudan a desarrollar cosas más profundas de nuestra conciencia. Sin embargo, en la existencialidad de la experiencia de Fe tal método no puede conducir hasta el encuentro con lo profundo de esta experiencia, pues su profundidad infinita y fundamento es Dios. El que sabe de profundidad de la Fe, sabe también de Dios.

También en la experiencia de vivir en la comunidad humana sólo se puede descubrir la verdad profunda de la vida mediante el espejo de aquellos con los que nos encontramos. No existe profundidad en la vida sin la profundidad de la vida común.

Si, como se ha dicho, la experiencia del Dios transparentado en la mediación del mundo acontece en el ámbito de la existencialidad de la vida, la búsqueda de la profundidad no tiene otro escenario que el mundo histórico. Es importante decir esto para ser fieles a nuestro punto de partida, es decir que dicha profundidad no está referida al conocimiento metafísico del ser, sino a su desenvolvimiento político.

[1] “Pero si se trata ya de un hablar y un oir, no puede lo humano extinguirse en lo religioso (…). No debe desgarrarse al hombre en pensante y creyente, en hombre natural y religioso”[1]. Cfr, KUSTCHKY, Norbert. Dios hoy, ¿problema o misterio? Ediciones sígueme, Salamanca, 1967.


[2] BOFF, L. Testigos de dios en el corazón del mundo. Madrid: Publicaciones claretianas.

[3] BRAVO, C. El marco antropológico de la Fe. Bogotá: Publicaciones universidad javeriana.

[4] “El hombre sólo tiene como objeto a sí mismo. La actividad divina no difiere de la actividad humana”, Cfr. FEUERBACH, Ludwing, La esencia del cristianismo. Editorial Trotta, Madrid, 1995, p. 81. Presentamos esta cita para evidenciar contra qué se refieren esos pocos renglones acerca de la autonomía de Dios. Aunque el planteamiento supone mayor desarrollo, aquí nos limitamos a una simple señalación del problema: ¿o la Fe no es más que un hablarse a sí mismo o Dios no tiene otra manera de comunicarse sino es bajo nuestras propias categorías?
[5] TILLICH, P. La dimensión perdida. Bilbao: Ed. Desclée.